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Los dos se sentaron, y comieron y bebieron. Luego el padre de la joven le dijo al levita:

«Te ruego que pasen otra noche en mi casa, y que disfrutes de estar aquí.»

Sin embargo, el levita se levantó con la intención de partir. Pero su suegro insistió, y volvieron a pasar la noche allí. Al quinto día, nuevamente se levantaron muy de mañana para irse, pero otra vez el padre de la joven le dijo:

«Por favor, recobra las fuerzas, y espera a que termine el día.»

Y los dos comieron.

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